II Jornadas de Salud Mental

Las jornadas a las que asistimos fue un espacio dedicado a compartir experiencias, reflexionar y aprender, enfocado en el poder del lenguaje como herramienta para sensibilizar a la sociedad sobre la salud mental, eliminar tabús y estigmas. En nuestra opinión, fue un evento emocionante y enriquecedor en el que tuvimos la oportunidad de escuchar a personas expertas.

A lo largo de las jornadas fuimos adquiriendo un aprendizaje tan potente que nos ha llevado a varios días de reflexión ya que el impacto no ha sido tan solo a nivel profesional, sino también a nivel personal. En nuestro blog, queremos compartir algunos de los conceptos aunque sin duda nuestra recomendación es que todas las personas deberían asistir a estos eventos tan enriquecedores. El lenguaje es un elemento con un poder incalculable ya que la forma en la que nos expresamos hacia nosotros mismos y hacia los demás puede tener un impacto profundo sobre nuestra salud mental y bienestar emocional, así como, sobre la de los demás. El lenguaje puede entenderse como un medio hacia la transformación social ya que, si se logra transformar, influye directamente sobre la realidad y, por lo tanto, fomenta la eliminación del estigma, o como describen algunas personas: “lograr escapar de esas cárceles invisibles”. Como sociedad, debemos aprender a reducir las etiquetas y visualizar el sufrimiento individual, preguntar a las personas qué les sucede, cómo poder ayudarles, cómo se sienten, qué necesitan, apoyarles mientras transiten en los momentos de sufrimiento, acompañarles en sus necesidades, atenderles alzando siempre sus derechos humanos y, sobre todo, no juzgarles.

El poder del lenguaje es tal, que Marcos Obrejón nos ha transmitido dos visiones de verlo. Por una parte, el ser humano necesita poner nombre a las cosas que ve en la realidad, porque sino, de lo contrario no existirían. Necesitamos nombrar para conocer, atrapar, aliviar e incluso transmitir ese momento en el que una persona no se encuentra bien. Sin embargo, podemos caer en el error de que al nombrar comencemos a formar una identidad alrededor, como puede ser ante un diagnóstico. Al formar una nueva identidad, dejamos todo lo que conocíamos sobre nosotros mismos: gustos, preferencias, estudios, capacidades, deseos, etc. Comenzamos a desarrollar un problema porque nuestra realidad se quiera y “nos rompemos”.

Sin duda, para nosotros, estos programas y encuentros son un ejemplo admirable de compromiso social y respeto hacia la salud mental. Esperamos con ansias las III Jornadas de Salud mental 2024.