La covid y sus estragos amenazaban con impedir que Juan Carlos hubiera podido asistir al XIII Salón del Manga y la cultura japonesa en Murcia, el evento conocido con gracia como “Re-manga”.
Ya tuvo que asumir esa frustración cuando se quedó sin entradas para disfrutar del evento en Alicante; así pues, no estaba dispuesto a que le volviera a ocurrir. Se hizo con pases para él y sus amistades y, a tan solo un par de días de darse inicio, las personas con las que pensaba hacer acto de presencia le comunicaron que no iba a poder asistir por verse obligadas a mantener una cuarentena preventiva. Afortunadamente, su amiga no había sido víctima de contagio, pero debía asumir los protocolos y permanecer aislada.
Por lo visto no era su año de Manga pero, antes de desistir y probar a la reventa de las entradas, nos propuso invitarnos a cambio de acompañarle. Verónica aceptó sin dudarlo y nosotros, tras algunos ajustes organizativos, también.
Y allí estuvimos en la jornada de inauguración, embriagados por los embrujos orientales del anime y, en especial de los cosplays que lucieron los fascinantes otakus.
Tras recibir el plano oficial del evento en manos de los voluntarios que tan bien atendieron al personal, estuvimos recorriendo los stands repletos de publicaciones, pósters, camisetas, chapas, bisutería, llaveros… y visitando las exposiciones, concursos y talleres, así como poniéndonos al día en algunas de las iniciativas más atrayentes como la propuesta de recaudar fondos para abrir un “cat café” en Murcia en donde convivir, jugar y adoptar gatos, para fomentar la conciencia del bienestar animal.
En el área de los videojuegos, estuvimos probando algunos de los proyectos elaborados por los alumnos de la Escuela Superior de Video juego de Murcia, impresionados por el realismo y las capacidades móviles de sus gráficos.
A la salida, quisimos aprovechar el viaje a Murcia para pasarnos por Bonache a probar uno de sus crujientes pasteles de carne murcianos, pero la cultura nipona nos retuvo sin darnos cuenta de la hora. Nos la encontramos cerrada pero, para consolarnos, nos dijimos a nosotros mismos que esa persiana echada debería servirnos de excusa para regresar de nuevo a la bonita Murcia y sus ofrendas.